El ser humano siempre ha sentido una gran fascinación por el mar. La conexión es inevitable porque, como bien nos explicó Masaru Emoto con sus investigaciones, somos agua tanto a nivel físico como emocional. Con este artículo os invito a descubrir la técnica del Floating, estar suspendidos en el agua cuando nadamos, abiertos a la belleza y a los beneficios terapéuticos del gran azul.
La flotación es una técnica de relajación profunda y de reconexión con uno mismo. Consiste en dejarse flotar en el agua, permitiendo que el agua soporte nuestro peso y nos haga sentir completamente envueltos y apoyados. Los efectos psicológicos positivos son múltiples.
Más concretamente, la terapia originaria consiste en sumergirse en una piscina de agua dentro de una habitación en ausencia total de luces y sonidos, para conseguir una relajación profunda, comparable a los mismos efectos producidos por la meditación. En España hay varias empresas que ofrecen esta experiencia como Flotarium.
De hecho, la flotación nos devuelve a un estado fetal en el que todo estaba amortiguado y mediado por el cuerpo de nuestra madre, nos devuelve a un estado en el que todas nuestras necesidades estaban satisfechas y en el que los estímulos y movimientos estaban completamente amortiguados por el líquido en el que estábamos sumergidos.
Dejarnos flotar también nos permite escuchar profundamente el sonido del agua, sintiéndolo en armonía con el movimiento de nuestra agua interna.
El agua es nuestro elemento primordial enhebrado genética y ontogenéticamente. Antes de ser seres humanos expuestos al aire, nacemos y vivimos los primeros 9 meses sumergidos en el agua.
Simbólicamente, el agua tiene que ver con lo materno, con el pasado, con la memoria, con el inconsciente y con las profundidades de nuestro ser que desconocemos y que, por tanto, a veces nos asustan. De allí que muchas personas tengan miedo al agua y no quieran aprender a nadar.
El agua tiene el poder de diluir, absorber y dispersar, cualquiera de nosotros habrá experimentado el poder calmante e hipotensor de un baño en el agua del mar.
Simbólicamente, el miedo al mar y al agua tiene que ver con la imposibilidad de dejarse llevar y buscar en lo más profundo, también puede haber contenidos no procesados con la madre.
Os animo pues a sumergiros en el agua (mar, piscina, centro especializado en este tipo de experiencias…) para reconciliaros con vosotros mismos, vuestros ancestros y el mundo. Y sentir la ligereza que nace de esta tan necesaria reconciliación.
¡Al agua!
Un abrazo,
Elena Benvenuti